Capítulo I: Moda y Sociedad (Parte 1)


¿Robo o inspiración?

No se empieza la casa por el tejado. Por ello, antes de comentar las denuncias a diversas firmas de moda de lujo por apropiación cultural, debemos saber qué significa este concepto:

Hay un límite muy fino entre inspiración y homenaje, y apropiación cultural y plagio. Resulta complicado poner ese límite entre apropiación y apreciación de la cultura. Fuera del mundo de la moda encontramos situaciones así muchas veces, y la mayoría resultan terminar siendo expresiones de un racismo no comprendido por la persona que lo practica.

¿Es racista que una persona de raza blanca se disfrace en carnaval de una tribu africana y para "caracterizarse" se pinte la piel de color negro? Alguien que lo hace sin ningún conocimiento de esa tendencia de pintarse la cara podría decir que no, que él o ella no son racistas y solo quieren "homenajear" a quien están suplantando. Y seguramente no tenga ninguna mala intención. Pero en este caso particular, la práctica del blackface viene del siglo XX, donde algunos monologuistas y showmans se pintaban de negros para hacer un espectáculo burlándose a su costa (espectáculos donde las mismas personas de raza negra no tenían la entrada permitida, por lo que no se beneficiaban económicamente de su propia imagen). Y si entendemos esto, lo que suponía en aquella época y en los años siguientes, podemos a empezar a entender todo. Que sí es racista hacer eso lo primero, y que esta apropiación cultural se da en todos los ámbitos de la sociedad. Pero nos interesa la moda.

Si la apropiación cultural está de moda no es porque sea un hecho que se empiece a practicar ahora, sino por el desarrollo de las redes sociales y la globalización. Durante años, las marcas de lujo han estado "inspirándose" de culturas de todo el mundo, utilizando sus colores, sus motivos, sus bordados, sus iconos culturales o religiosos... y nadie se escandalizaba por ello. Ni siquiera las propias comunidades a las que pertenecía ese arte se enteraban de que alguien estaba usándolo para su beneficio propio. Pero esto ha cambiado. Y con razón. Ahora incluso hay plataformas y cuentas en redes que se dedican a sacar a la luz todos los "trapos sucios" de las marcas. Un ejemplo es la página DIET PRADA.
Es intolerable que firmas como Valentino, Chanel, Carolina Herrera y un sinfín de más marcas creen a partir de otras culturas y no reconozcan su inspiración, no nombren a quienes realizan esos trabajos o su historia y no aporten ningún beneficio económico. Si nada de eso se hace, no es inspiración. Es robo. Es apropiación cultural.

Cuando verdaderamente hay inspiración, el diseñador o diseñadora de moda de turno cita el origen de sus ideas. Y si ya en vez de sólo citar, también incluye a las personas que realizan ese trabajo al propio taller de la marca, o en las fotografías de la colección, o las invita al desfile creando un homenaje... entonces, aplaudo que se hayan nutrido de otra cultura para crear.
La copia sin embargo, que queda en la superficie, en un motivo estético, un material textil determinado o una técnica también textil y omite todo origen de esos elementos y a la comunidad y su historia. No se puede tolerar eso. Porque hay casos en los que sólo se queda en "plagio de ideas", pero otros llegan al racismo.

Uno de los casos más recientes de apropiación cultural ha sido protagonizado por la firma Carolina Herrera y su colección resort 2020. El equipo de Carolina Herrera no mencionó en ningún momento a México o a las mujeres mexicanas al publicar el lookbook con la colección. Simplemente sacó a la luz el trabajo del director creativo de la marca, Wes Gordon. Ante las primeras llamadas de atención sobre el claro parecido con los motivos mexicanos, las revistas de moda y la prensa internacional se hicieron eco de la noticia objetivamente. Pero en las redes sociales el tema no se zanjó ahí, y hubo multitud de gente opinando, unos en el bando de la inspiración y otros, en el de la apropiación cultural. Llegó a tales niveles que el gobierno mexicano, en concreto la secretaria de cultura Alejandra Frausto, envió un manifiesto de denuncia y reclamo tanto a Wes Gordon como a la misma Carolina Herrera (directora creativa de su propia marca hasta el 2018). En la carta, el gobierno mexicano pide explicaciones, cómo el qué llevó a la marca a utilizar elementos culturales con su propio significado e historia del país, y algo importante: si las comunidades a las que estos motivos y diseños pertenecen se van a beneficiar de las ventas de la colección o recibirán algún tipo de crédito más que contentarse con el título de la colección “La alegría de vivir” de América Latina.
Algunos ejemplos del motivo de la acusación, sacados del artículo de ELPAÍS, que tuvo acceso al comunicado del gobierno mexicano:
  • Bordados de animales de colores brillantes que se entrelazan con flores y ramas. “El bordado proviene de la Comunidad de Tenango de Doria (Hidalgo); en estos bordados se encuentra la historia misma de la comunidad y cada elemento tiene un significado personal, familiar y comunitario”.

Elvira Clemente y su bordado. Fuente: Domestika.org

Vestido CH resort 2020. Fuente: Carolina Herrera

  • Bordados florales sobre una tela oscura como los que se hacen en la región del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca.
Mujeres del Itsmo de Tehuantepec. Fuente: nvinoticias.com

Looks CH resort 2020. Fuente: Carolina Herrera

Looks CH resort 2020. Fuente: Carolina Herrera
  • Sarape de Saltillo (Coahuila)“En la historia de este sarape encontramos el recorrido del pueblo de Tlaxcala para la fundación del norte del país”.

Vestido CH resort 2020. Fuente: Carolina Herrera
Vestido CH resort 2020. Fuente: Carolina Herrera
Sarape mexicano. Fuente: De10.mx

Como este caso, ha habido muchos más en los últimos años, en parte por la globalización y el alcance de Internet, pero también con la mentalidad más concienciada con las etnias discriminadas, minoritarias, empobrecidas... En la segunda parte de este capítulo repasaremos alguno de ellos.

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